Feldenkrais en grupo
Imparto clases grupales del Método Feldenkrais (Awareness through Movement) desde 1996. En estos 25 años he acumulado bastante experiencia y creo haber llegado a un nivel decente en el arte de transmitir el genial legado de Moshe Feldenkrais. Por eso me parece que llegó la hora de escribir algunas líneas sobre mi manera de entender lo hago cuando doy clase.
Mediación
En primer lugar, me entiendo como un mediador entre el trabajo de Feldenkrais y mis alumnos. Quiero no solo crear sino ser un contexto de aprendizaje para mis alumnos, sin decirles qué aprender sino crear las condiciones para que lo descubran por su propia cuenta. Quiero que cada participante encuentre en mis clases una posibilidad cálida e interesante de relacionarse consigo misma/o para elevar su nivel de autoconciencia, refinar sus movimientos y por ende mejorar su calidad de vida.
Trabajo diariamente conmigo mismo para sentir el ‘pulso Feldenkrais’ en mis venas. Mantengo encendido mi entusiasmo por esta genial posibilidad que nos dejó este humanista. Además me gusta compartirlo con las personas que en su profundidad saben que hay mucho más genialidad en ellas de lo que están viviendo.
El valor del proceso
Trabajo en procesos. Por supuesto que es posible hacer clases grupales aisladas y obtener un cierto beneficio. Pero es otro potencial si uno piensa el Método Feldenkrais en términos de proceso: de aprendizaje, de reorganización, de crecimiento.
Cada clase nutre el sistema nervioso con información funcional específica a través de los movimientos que se exploran. El cerebro obtiene más y más piezas de un gran ‘puzzle’ funcional en un ‘lenguaje’ (exploración) que entiende que le permite mejorar continuamente su propio funcionamiento.
Dos ‘Melodías’ entrelazadas
Sigo en mis clases una línea funcional determinada a lo largo del curso. Esta línea se va componiendo – como el contrapunto en la música – de dos ‘melodías’. La primera es más objetiva y orientada hacía un funcionamiento ‘ideal’. Se basa en el conocimiento específico creado por Moshé Feldenkrais en cuanto a la (re)organización del ser humano en el campo gravitatorio.
La otra ‘melodía’ es más subjetiva y consiste en mi apreciación perceptiva de las necesidades y potencialidades de mis alumnas/os. Es una relación de diálogo que no depende de las palabras. Con este criterio elijo las clases para que integre tanto el proceso grande del grupo como las necesidades y condiciones individuales.